martes, 18 de enero de 2011

Dios te bendiga, Elena
                                  ...Dios te bendiga, má
                                  Dios te bendiga, Elena, por haberme dado la felicidá.
Las cuatro mudas de ropa que tantas otras veces le había lavado y planchado. Los zapatos de salir, mocasines porque son muy suaves, vieja, negros porque el negro pega con todo, ¿no le parece a usted? El frasquito de Lapidus que había sacado a crédito en la miscelánea de las Pacheco, ¡para andar con olentina! Los tres libros del bachillerato: El túnel, Edipo Rey, Pedro Páramo. La violina en la que aprendió a tocar tantas canciones… El reloj.
Puso todo sobre la mesa y se encaminó hacia el patio, decidida. El viejo había recostado el taburete en uno de los horcones del cadrizo, reposaba.
-¿Dónde está, Mariano?-le preguntó.
El viejo abrió los ojos, volteó a mirarla: se trataba de la misma mujer… básicamente del mismo Carácter y la misma Lucidez. ¿La seño es así?...
-Lo botaste, ¿verdad?-prosiguió ella.
Sí, lo había tirado en el campito.
-Lo hiciste, ya veo.
En el campito. ¿Había pensado asignarle algún papel la seño puro cariño y pura tarea? ¡Un papel!, ¡al suceso!: los hijos de la vieja Dilia le habían puesto las varitas, la cola y demás arandelas y qué vuele. Era agosto, volaba: “A los pelaos no quisimos dejarlos botados por ahí, preferimos el río, lejos del puerto”, declara el tipo, mientras los otros, los circunstantes de aquella Sala de la Justicia, se abanican, espantan las moscas…
-Levántate, Mariano.
-Mejor piensa en lo que te dije, Elena-señaló el viejo, cerrando los ojos, recostando la cabeza en el horcón-. Vámonos, salgamos de este infierno.
La seño fue contundente:-No; eso nunca.
Entonces, el viejo volvió a abrir los ojos, levantó la mirada… “Pedro el de la seño Elena”, se dijo, pero sintiendo desde ya el peso real del ataúd, del ataúd que según sus cálculos…
-Bájalo, Mariano-indicó la seño-. Bájalo que yo me encargo de la diligencia-añadió, encaminándose hacia el portón.
¿La seño es así, Pedro?
-Así cómo.
¿Así de revolucionaria?
-Para mí que está como que dictando una clase. Me parece, se me ocurre.
El odio devora las ciudades que dejan que perros
         y bestias salvajes le den ritos funerarios a sus muertos.
Canción: Antígona
                                                           Canta: Tiresias.     









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