A continuación... uno de esos cuentos tan míos que tienen como escenario a Cartagena, a la Cartagena que amo y detesto.
Lemaitre-Centro-Lemaitre
El cantante
Contó que había andado de
cantante en los buses, sube y baja, y los otros soltaron la risa.
¡Limosneando!, le gritó el carajito de al lado, aumentándole enseguida el
volumen al festejo.
El profe se sulfuró, tanto, que
repartió reglazos a diestra y siniestra.
-A ver-dijo luego-, ¿quién quiere
seguir con el chiste?
Silencio.
-Continúa, David.
-Me hablaron de grabar un disco.
-¿Quiénes?
-Los de la Alcaldía iban a
grabarles un disco a los cantantes populares de la ciudad.
-¿Y qué pasó?
-Nada. Nos pusieron a cantarle a un
grupo de gringos en la Plaza de la Aduana y después “chaito, gracias por todo,
felices sueños”, felices sueños porque era de noche, digo yo.
-Ya. ¿Quiere agregar algo?
¿Lo decía? ¿Lo contaba?
-La verdad es que ni siquiera nos
dieron para el pasaje de regreso, yo tuve que irme a pie, del Centro a
Lemaitre, imagínese.
Risas y más risas.
-¡Silencio!... ¿Terminaste,
David?
-Cuando llegué allá…
-A Lemaitre, quieres decir.
-Sí, a Lemaitre… Menos mal que
cuando llegue allá encontré una rumbita que me salvó la noche, Lemaitre tiene
cosas así, ¿sabe usted?
¡Nati!
¿Se acordaba de aquel besote? Qué
besote tan chévere. Hubiera podido llegar a ser un besote de uno sesenta y dos,
y entonces cada piedra de las murallas…
-No sé, David, a mi me parece… ¿Se puede…? ¿Tú lo has
hecho?
-No, hombre, ¿por qué crees que te lo estoy proponiendo a ti?
-Eres un loco, un loquito muy arrecho.
Nati tenía una sonrisa resplandeciente. Se lo dijo.
-¿Res qué?
-No te burles.
-No me estoy burlando, David.
-Tuve un profesor al que le gustaban las palabras como esa.
-¿El profesor Puello? Ya me has hablado varias veces de él.
-Entonces, ¿vamos?
-Con una condición.
-¿Cuál?
-Tú ya sabes.
-Está bien, te prometo que no les vuelvo a parar bolas a
esos malparidos.
Nati se dispuso a saltar del columpio:-Apárame-dijo.
-¿Qué?
-Y dale con tu Puello.
-La palabra es buena, Nati, pero se oye mal.
-¿Me aparas o no?
-Te aparo… ¡Cómo pesas!
-Oye, ¿tienes plata para los pasajes?
-Tranquila que yo invento.
E inventó. Pero le resultó
imposible cumplirle la promesa: “¡Pelotera en bus de Lemaitre!”, tituló el
periódico. “Una trifulca entre pandilleros estuvo anoche a punto de sumir a
nuestra ciudad en una verdadera tragedia.”
A punto, eso dijo el diario…
¡Nati!
¿Quién quiere ser hoy el defensor
del idioma de séptimo grado?
-¡Despierta,
huevón!
David abre los ojos: Ya está, las benditas murallas.
-Oye, Libe, ¿tú te las has culeado?
-¿A quiénes?
-A las murallas, hombre.
Libe se echa a reír.
-Con quién estabas soñando tú, ¿ah?-dice luego.
-Yo ni duermo ni sueño en los buses.
-Para soñar tienes que estar dormido necesariamente. Lo otro
es embobarse.
-¿Pedimos la parada, Libe?
-Cuéntame, a ¿quién te culeaste en las murallas?
-A Yina.
Libe vuelve a reír.
-¡Me importa un carajo que te
hayas comido a esa perra!-exclama ahora, tan duro que la vieja que va de pie,
plantada a su lado, voltea a mirarlo.
-¿Qué pasa, doña?
La vieja se extraña:-¿Cómo?
-Estamos hablando de mi hermana, ¿okey? ¿Algún problema?
-Fresco, Libe.
-Es una chismosa, David.
-Ya, cálmate.
-Listo, me calmo. ¡Parada!
El bus se detiene frente al parque del Cabrero. Los chicos
bajan, riendo, festejando:
-¡Pobre vieja!
-Se cagó la maldita.
El esparrin se les
acerca:-Quiubo, el pasaje, no se hagan los locos.
-¡Púdrete!-exclama David.
-Déjamelo a mí, viejo-dice Libe,
frenteando al otro, exhibiendo la cacha de su cuchillito…
El esparrin frena, se acaricia
una espinilla.
Libe se asquea:-Sácate el pus,
puerco.
El esparrin intenta abrir la
boca…
-¡Pilas!-le grita el chofer,
arrancando.
El esparrin corre
tras el bus, salta al estribo. Después se vuelve y empieza a gritar.
-¿Nos está amenazando?-pregunta David.
-Anótalo.
-Malparido.
-Es la tercera vez que me
amenazan en este puto día. ¿Por qué le gustará a la gente amenazar tanto? ¡Qué
carajo! Bueno, echémonos el paseíto.
David sonríe, pensativo.
-Hagámosle-dice Libe, andando-.
Vamos a ver si sale algo bueno de tus adoradas
murallas.
-¡Cómo te gusta joder!-exclama
David, pegándosele a su vale.
-Dilo: Amo a las murallas de
Cartagena.
-Amo las murallas de Cartagena.
-¡Eso!
-Te estoy corrigiendo, pendejo.
-Ah, carajo.
-Oye esto, para que aprendas a expresarte: Amo a mi mamá. En esta oración…
-Mi mamá me ama.
- ¿Sí? ¿La mamá de la Nacho Lee?
Libe se detiene, encara a
David:-Ésa misma, huevón-dice, abstraído.
-¿Te dolió?
-¿Qué?
-Que te recordara uy, lo mucho
que te quiere tu mami.
-Que me iba a doler ni qué
carajo. Mi vieja… la vieja Prude es una malparida, está comprobado.
-Una chismosa de mierda en mi
concepto-dice David, haciéndose el serio.
Libe no puede evitar sonreír.
-Ah, te ríes.
-Camina, hombre.
-Okey, pero dilo.
-¿Qué cosa?
-Lo que tienes en mente. ¿Prude
qué?
-La verdad es que a mí no me
gusta opinar acerca de la vida ajena.
-¡Oh!, eso es válido, como madre, tu Prude no tiene…
-¡Camina, David!
-Camino. Tú qué dices, ¿será que
nos bronceamos?
-Ya me broncié bastante, picando
concreto.
-¿Picaste concreto, Libe?
-Pregúntaselo al de arriba.
-Ni modo, hermano, tú lo sabes.
-Al solazo, marica, estoy
hablando del solazo.
-¿Te dio muy duro?
-¡Qué hijueputada!
-¿Y ahora?
-¿Ahora qué?
-¿Qué tal lo sientes?
-Estamos de paseo, ¿no?
-Sí, de paseo. Vamos a quedar
bronceaditos, pero al estilo gringo.
-No se te olvide tomarme una
foto.
-Fresco, lo voy a tener muy
pendiente.
Un paseo por las murallas I
Han vendido una porción. Por cualquier pendejada,
seguramente.
-¿De dónde sacas eso, Libe?
-Te digo que ya la vendieron, orita la vas a ver. Sube.
-¿Vamos a subir por aquí?
-¿Cuál es el miedo?
David acepta el reto, ¡escalar
las murallas de Cartagena!:-Quiubo, hueva-dice,
aferrándose a las piedras.
Libe intenta hacer lo mismo.
-Cuidado con ese verdín-le advierte David, ¡demasiado tarde!...
-¡Adiós, perra vida!
-Estás jodido, Libe, caíste como una papaya.
Libe permanece en el suelo un instante.
-Espera a que te llegue-dice luego, poniéndose de pie.
-¡Nos vemos en lo alto, hueva!
-¿Ah, sí? Ahí voy.
David no pierde el tiempo, sube,
hábilmente, no es la primera vez que lo hace, ésa es la verdad: una tarde subió
a elevar su cometa; otra, a lanzarle un besote a Nati, ¡Nati!...
-¡Hey, Libe, qué pasa!-exclama
ahora, y enseguida-: ¡Fo, huele a mierda! ¡Aquí arriba huele a mierda!
-¿Me ayudas?
Libe está a punto de coronar,
pero todavía sufre el muy torpe.
-¡Ayúdame, huevón!-le grita,
extendiendo el brazo.
-¿No oíste? Acá apesta que da
miedo.
-¡Pilas!
-Está bien; al que quiere mierda…
¡Arriba!
-¿Coroné?
-Coronaste, gracias a tu vale.
-Estoy en lo alto según tú.
-Me debes la vida.
Libe se deja caer:-Vergaja
muralla.
-Págame, no te hagas el loco.
-Ahí tienes la lindura de
paisaje, es toda tuya.
-¿Con todo y mar?
-Ajá.
-¿Con todo y el Gloria?
-¿Crees que todavía sigo pensando
en el bendito barco?
-Pensando no, soñando.
-Deja de montármela con eso,
¿quieres?
-Fresco, mira que tú no necesitas
navegar, tú vuelas, eres un avión, ¡el más avión! Hasta la vieja Prude lo
reconoce.
-Y júralo. No se le ha olvidado
lo de la plancha.
-¿A quién se la robó?
-A una ricachona de Crespo.
-Pero fuiste tú el
aprovechado.
-La dejó mal puesta.
-¿Qué le dijiste?
-Eso, simplemente eso.
-Me imagino su berrinche.
-¿Berrinche? Tuve que perderme de
la casa.
-Saliste a pasear.
-Ajá.
-¿Seguimos?
-Oye, dime la verdad, ¿te comiste
a Yina?
-Créelo.
-¿Dónde?
-Por aquí cerquita, a ella le
gustan las murallas, ¿no?
-Bastante. Pero cuenta, cuenta a
ver.
-¿Qué quieres que te cuente?
-¡Cuenta, carajo!
-Pues a ver… la subí a un cañón.
-¿Qué?-Libe no puede aguantar la
risa-¡Se maltrató las nalgas la muy zorra!-exclama luego, palmoteando.
-Chilló de lo lindo, hermano.
-¿Mucho?
-Lo suficiente.
-Bueno, me gusta que seas franco.
-Siempre lo he sido.
-¿Cuándo pasó?
-Yo estaba recién llegado del
reformatorio.
-¡Nojoda, me imagino tu arrechera!
-Por lo mismo sonsaqué a Yina.
-Necesitabas una buena perra.
-Entonces, Libe, ¿es perra o es
zorra?
-Yo qué voy a saber, dilo tú.
-Se portó bien, pasó todos los
exámenes.
-Dime, perro culeón, ¿te habías hecho mucho la paja, allá en el
reformatorio?
-Bastante. Y una noche, te lo
cuento a ti, me tocó tirarme a un cachaquito, para no pasar por marica.
-Qué mierda.
-Tú lo has dicho, mucha mierda...
-¡Guacala!
Entonces, ¿nos vamos?
-Oye, cuéntame, ¿te chiquiteaste
a Yina?
-Tocaba, hermano-dice David,
levantándose-, con la calentada que se pegó ésa.
-¡Me la imagino! Ayúdame, ven.
-¿Cómo se dice?
Libe se pone formal, demasiado
formal:-Porfis, ¿sí?
-¡Arriba!
-Gracias.
-Te las acepto.
-Gracias por todo.
-¿Por todo?
-También por levantarle el
traserito a Yina.
-¿Es verdad que a las chiquiteras
se les levanta el culo?
Libe sonríe:-Te aseguro que Yina
es de las que creen ese cuento.
-De las que lo dan por pura fe.
-Exactamente.
-El culito.
-Su culito.
-Su culito de zorra.
-De perra.
-De zorra-perra. Ese animal sí que
quedaría bonito en una foto, ¿no?
-¿Estás pensando en una camarita
súper moderna?
-Qué postal.
-¡Camina, carajo!
Un paseo por las murallas II
A Pablo Escobar le dieron ganas de volarlas, a sabiendas de
que semejante ataque le dolería a toda
Colombia: ¡Dios mío, las murallas de Cartagena!
-He oído ese cuento, Libe.
-Es verídico. ¿Te imaginas el montón de piedras?
David sonríe.
-¿De qué te estás acordando?-pregunta Libe, deteniéndose.
-De nada. Mira, mira tú.
Se acerca un grupo de turistas.
-Son bastantes, ¿ah, David?
-Y extranjeros.
-Un montón. Tú qué dices, ¿voladas con turistas y todo?
-Quién quita, por joderle la vida a unos cuantos gringos.
-Ésos no son gringos.
-Tú qué sabes,
mírales el colorcito tan amonado que tienen.
Libe echa a andar en dirección de los monos…
-Espera, huevón-dice David,
cerrándole el paso-, ¿no ves que esta vaina se está llenando también de
policías?
-Mierda, sí. ¿Los tendrían escondidos en las bóvedas?
-Ven.
-Mira ésa.
-¿Esa qué?
-Déjate de huevonadas. Es digital, ¿ah?
-Digitalísima.
-Seguro que vale un platal, hermano.
-Ven, orillémonos. Encántate con el paisaje.
-¡Bonita cosa! Mejor sigo caminando.
-¿Viste tu barco?
-No; no lo vi. Y ya te dije: lo del Gloria es historia
patria.
-¿Historia?
-Lo pensé un día, pero… pero ya… qué carajo, no me llama la
atención. ¿Qué haces?
-Te estoy tomando la foto…
-¿Ah, sí?
-Le estoy tomando la foto a esa cara.
-Es la misma de siempre.
-Lo dudo.
-Deja de joder.
-Ya veremos cómo saliste.
-¿Es verdad que sabes manejar las digitales?
-Recuerda que yo soy necio.
-¿Vas a necearla? Mejor no.
-Oye, podrías mandar a retocar tu foto.
-¿Cómo así?
-Quitarte esas manchas…
-Y dale con mi cara.
-Y con la mía también… ¡Whisky!
Un paseo por la muralla III
Si uno quiere entrar allí y acomodarse a su gusto ¿lo dejan?
-No, por supuesto que no.
-¿Ves lo que te dije? Esa muralla ya tiene dueño.
-Esa porción, quieres decir.
-Ajá, la vendieron.
-Y no te avisaron.
-Fíjate que no.
-Mal hecho, ¿no te parece?
-Me parece.
-Los dueños son los monos, hombre.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Los clientes, míralos…
Los monos vienen sofocados, van a
querer refrescarse, y de paso escuchar un poco de música, en la porción
vendida. ¿Cómo se llamará ahora? Fino el negocio, para gente finísima, para
turistas platudos.
-Qué dices, David, ¿ah?, ¿te
gusta la camarita del mono más mono?
-¿Estás loco? Hay tombos por
todas partes.
-Hoy.
Hoy, claro, por la visita del
presidente.
-Mañana será otro día.
-¿Qué hacemos?
-Pues yo no voy a esperar el
brindis de esos hijueputas.
-¿Nos vamos caminando?
-¿Hasta Lemaitre?
-Hasta la India, huevón.
-Bueno, va. ¿Por aquí?
-Por aquí.
-¡Tú y tus benditas murallas!
-Te veré tomándoles fotos.
-¿Sí? ¿Qué más crees tú que voy a
fotografiar?...
Un paseo por las murallas IV
Bonitas para una postal las pelotas del alcalde.
-¿Nada más las pelotas, Libe?
-Mira, otra camarita, ésa es de películas.
-Filmen, monos, filmen todo: Están paseándose ustedes por las murallas de
Cartagena de Indias, las murallas más…
-Déjate de maricadas, David, qué
quieres, ¿que empiecen a tirarnos moneditas? Yo no estoy para eso, que se las
metan por el culo, yo le taponearía el culo de moneditas a cualquiera de esos
mierdas.
David aprieta el paso, pensativo.
-¿Te estás acordando de la
taponeada que le diste a Yina?-pregunta Libe.
-No.
-¿Entonces?
-Camina.
-¡Qué vaina!, ahora quieres andar
a toda mecha.
David y Libe siguen caminando, en
silencio. Empieza el ocaso, asoma otra postal.
-Oye, David-dice ahora Libe-,
¿quieres ser totalmente franco conmigo?... ¿Sí?
David se detiene, encara a su
vale:-Por qué no, hermano-dice finalmente-Pero a ver, qué te digo, pude ser yo,
o pudo ser Edwin. Los dos acorralamos al tipito, en el último puesto del bus, y
dale tú que yo también le voy dando... por Nati.
-Te creo, vale mía.
David echa a andar:-¡Volvería a
darle con gusto!-exclama-Por Nati, por ella.
“¡Pelotera en bus de Lemaitre!”…
¡Ay, Nati!: David amará siempre a Natalia,
con todo su corazón, quedó bien pintado ese corazón…
-¿Estás viendo, Libe? ¿Qué tal?
-¿Dónde te lo hiciste?
-En el reformatorio. ¿Vas a
tomarle una buena foto?
-Dalo por hecho, ese tatuaje vale
más que todas las postales de esta perra ciudad.
La postal
Vaya, el mono que habla.
-¿Qué dice el hijueputa?
El mono levanta la cámara y habla otra vez: Foto… tomarnos
foto… ustedes…
David no puede aguantar la risa.
-¡Mañana!-le grita Libe al
gringo, andando-Y vamos a darte el chance de que tú nos tomes una fotico, mono
lindo. Lo chévere sería posarle con los fierros aquellos, ¿ah, David?, a lo
vaquero. Mañana, ya se verá.
-No tenemos para los pasajes,
Libe, acuérdate.
-Toca inventar, viejo. ¿Sí o sí?
-Inventamos, qué carajo.
Hoy, mañana será otro día.
-¡Mañana, mono, mañana!
-¿Tomorrow?
¿Decir tomorrow? ¿Decir ustedes tomorrow?
Una cámara llamada Tomorrow
“…Seis pasajeros, qué desastre, y
el bus permanece detenido a la altura del puente de Heredia. Sigue
informándonos, Manolín, que acá estamos atentos, al igual que TODA la ciudad… Y
bien, como les he venido informando, amables oyentes, amigos y amigas de esta
su emisora preferida, el bus pertenece a la ruta Lemaitre-Centro, una ruta que,
miren ustedes como son las cosas, está por desaparecer. Pero bueno, no ha
desaparecido aún, y precisamente a uno de sus camastrones subieron los dos individuos de la noticia, después de
robar la cámara, al sentir la persecución de la policía. Ay, muchachos, qué
vaina con ustedes, corríjanse, por Dios. ¿Me oyeron? Yo sé que sí, estoy seguro
de que el pobre chofer estaba escuchando el Noticiero del Pueblo, informándose
como es debido, en el momento en que ustedes subieron al bus. Subieron y nosotros
en el radio, en el dial, y eso no ha tenido variación, para qué cambiar de
emisora, ¿ah, muchachos? Okey, escuchen ahora lo que tengo que decirles: no se
compliquen más la vida, pelaos, dejen libre a los pasajeros y bajen ya de ese
bendito bus, entréguense. Y a la doña que me llamó hace un rato para contarme
que los conoce muy bien, a doña “Luz”, le ruego que se comunique con las
autoridades, ellas están interesadas en su historia, porque bueno, la señora
sostiene que hay un personaje por ahí que al parecer está celebrando su
cumpleaños, que quiere tomarse sus foticos… A ver, hace un mes el tipo necesitó una tele, ¿y ustedes qué
creen?, los pelaos le llevaron los muñequitos. Hace una semana el tipo necesitó un computador, ¿y ustedes qué
creen?, los pelaos le llevaron la ciencia. Y bueno, lo de hoy… Insisto: el muy
bandido está de cumpleaños, tenía en mente tomarse una foto de lo más
espectacular. Ay, Cartagena, ¡tú eres heroica! Comuníquese con la Ley, doña
“Luz”. ¿Me está oyendo? Yo sé que sí, al igual que ustedes, muchachos… Quiubo,
pelaos, díganme, ¿ya pensaron bien las cosas?, mediten, analicen... ¿Cómo?,
¿qué estás diciendo, Manolín? ¡Pero hacia dónde se dirigen, por Dios!... Les
confirmo el último dato, amables oyentes: los chicos han obligado al chofer a
movilizar el bus, ¡se dirigen a Lemaitre! ¿A Lemaitre?... ¿Qué pretenden? ¿Qué es lo que pretenden?...
Fin